Por estas fechas siempre deseo volver a ser una niña. Quizás me asuste hacer un año más. Quizás me asuste que el sol se apague y tener un motivo menos por el cual sonreír. Quizás no sea nada. Nada más que el frío recordándome el abrazo que ya no está.
No sé lo que quiero. No sé que tengo. No sé qué echo de menos.
Pero si algo tengo claro es que esta no soy yo, y estoy cansada de desvanecerme cada octubre.
Llega el momento de empezar el abrazo eterno, mi propio abrazo. De este estoy segura que nunca voy a ser capaz de soltarme.