23/12/10

Sólo por desfogarme.

Me hace gracia pensar en las cosas que perderé a lo largo de mi vida, y de las que me he librado gracias a tonterías.
No creo en la suerte, ni en el destino, ni en un ente cósmico que dirija nuestros caminos como una puta partida de monopoli. Pero sí creo en que cada tonteria que nos pase dirijirá un poquito nuestro rumbo, cada decisión tonta que tomemos nos acercará más a donde quiera que vayamos, y nos alejará del resto de posibilidades que existen en el universo.
Me alegro de saber tomar las mías, aunque a veces no esté muy segura de ello. Por eso soy incapaz de arrepentirme de nada, porque si una vez escogí algo, fue porque lo quise en aquel momento, forma parte de mi, y no puedo arrepentirme de mi misma.
Todos cometemos errores, pero esos errores que en su momento nos parecieron los errores adecuados, nos habrán conducido hasta lo que vivamos en este momento, aunque sea otro error.
Por lo tanto, si cabe la posibilidad de que un error nos conduzca hasta algo bueno, quizás no era tan malo, no?

Siempre me ha dado rabia la típica mujer cuarentona con cara de mala leche que me decía uuuuuui estás en la edad, cuando tengas la mía ya verás como piensas igual que yo, y se te quitan todas esas tonterías.
Hoy puedo prometer con más fuerza que nunca que cuando todas estas "tonterías" se esfumen, cuando ya no quede más alba, y el mundo haya consumido mi parte más crítica, sensible, racional, loca, sensata y estúpida, no tendrá sentido mi vida.
Pues para mi ser crítica con lo que me rodea, ser sensible ante todo, ser racional cuando toque, estar loca siempre, y ser sensata y a la vez estúpida, porque no sé hacerlo de otra manera, lo es todo.

Cuando consigais quitarme eso, mamonazos, entonces me habreis matado. Pero mientrastanto, me queda molestar y seguir siendo, le pese a quien le pese.

4/12/10

Un poco de locura.

Va llegando el invierno. Los coches se congelan, las calles se cubren, los abuelos resbalan y maldicen, las luces de las farolas se acuestan más tarde y los corazones tiemblan.
Llega el frío y, con él, un poco de locura.
Un señor se sienta en su banquito, ya helado, y sintiendo la humedad de sus pantalones al deshacerse el hielo, vive. Luego se levanta y marcha a otra parte, mientras un niño corretea y cae sobre un poco de nieve entre los hierbajos. Se ríe, se levanta antes de que los brazos de su hermano mayor lleguen a alcanzarlo, y sigue correteando. El hermano mayor suspira cansado, y mira hacia el cielo. Sonríe, viendo una luna poco definida que aún se sostiene. Desde cualquier otra parte, otra hermana mayor también la observa, y sonríe. Viven.
Qué importa el porqué.
En una cama naranja, dos cuerpos unidos descansan, ríen y se entrelazan, creando juntos. Mirándose a los ojos, viven, y no encuentran más destino que hacer nacer otra sonrisa, otro beso.
Tras la puerta, un gatito vegetariano persigue divertido a un ratón desesperado.
Y qué más da el porqué de nada. Nadie se pregunta porqué surge una sonrisa, porqué una canción nos emociona o porqué deseamos siempre lo que nos falta.
Siempre es necesaria un poco de locura, y frío en los pies.