7/3/18

Fenomenología de mi metamorfosis.

Solía ser impulsiva, buena y cabezona.
Pero me sentía larva, que en su interior no hace más que reclamar esa libertad que tanto prometen. durmiendo en las esquinas de mi ser me preguntaba, ¿Por qué no puedo ser yo mariposa?

Intento romper el tejido, caer de mi escondite, gritar pidiendo ayuda, y maldecir a esos putos dioses que siempre callan. Por un segundo me siento perdida en mi prisión interna, extraña y familiar. Hasta que se me ocurre algo. Ni siquiera lo había pensado.

¿Qué pasa si el problema no es la cáscara? ¿Y si lo que pasa soy yo? Dejo de echarle la culpa a mi mala suerte y a este cuerpo duro en el que estoy presa. Empiezo a pensar por mi misma, a sentir lo que soy. Y entonces lo veo claro.

Dejo de llorar, de gritar, de darme golpes. Y por una vez, por una vez escucho. Me concentro en escuchar con todas mis fuerzas a esa voz débil que viene de todas partes. Empiezo a descubrirme, y descubro que son mis gritos hacia afuera lo que me impide escuchar la voz que mi interior me dirige. 

Y entonces, a modo de respuesta, el caparazón se rompe con cariño. Y como si un baño de oro se deslizara sobre mí, las siento. Son tan mías como lo son mis ojos. Salen de mí unas alas bien fuertes, como si hubieran pasado cien años encajadas dentro de mí. No puedo preguntarles si eran ellas las que gritaban, porque la que responde siempre, cada minuto de mi vida, soy yo. 

No me dejo vencer por las costumbres, y vuelo.

Porque solía ser impulsiva, buena y cabezona. Y a decir verdad, no quiero dejar de serlo. Pero ya he dejado de confundir el afecto con la opresión, y una cárcel con mi cuerpo. 

20/5/14

Ya es luego

Como un caramelo de otro siglo, el mando de la anterior televisión entre los cojines de un sofá de antaño o una carta de mi yo pretérita siendo advertida de algún mal absurdo.

Me encantan las cosas que llegan tarde porque demuestran lo ridículo de la obsesión de tiempos pasados. No sé si todo llega, pero que llegue tarde no es tan catastrófico si al menos ha de servirle de espejo a mis obsesiones. 
Hoy me ha llegado por sorpresa un paquete que pedí hace tiempo, algo que buscaba con ansia desde mi asiento y que los cristales del tren no me dejaban ver. Hoy he podido comprobar que por supuesto no era aquello lo que quería. Y agradezco al tiempo que me lo entregue tarde e inesperadamente, porque de otra forma, en su momento (que no lo era) no hubiera sabido aprovecharlo.

19/5/14

Tobogán

No puedo inventar miradas. Pero a veces lo hago.
Hay unos ojos en este mundo, solo unos, que son historia para mí. Son un puro espejo de lo que soy en cada parte de mí, en cada corte de pelo, de dedo, de amor, de deseo, de rabia y de alegría. Hay solo unos ojos en este mundo, todavía, que saben decirme quién soy y quién he sido sin pestañear siquiera. 

Por ellos todo se me queda corto. Por ellos nunca nada es suficiente. Porque al verlos recuerdo lo que es la entrega, y me duelo a mí misma en mi duelo eterno. 

En el fondo, todo es interpretación. Nosotros somos representaciones de nosotros mismos, de lo que soñamos e inventamos, creamos y creímos alguna vez. Por ello invento esos ojos, que aunque existan en este mundo, no es realmente más que la recreación de mis niñas, pequeñas y adultas, aquello que veo en ellos y me traspasa.

En mi proceso de adultez, voy consiguiendo ver en mis ojos de speculum lo que siempre fui a buscar por el mundo. Voy encontrando el espejo que es el amigo dentro de mí misma. Porque así, y solo así, se crean las relaciones sanas, se forjan las amistades reales que no cojean, que pintan el papel por los dos lados, que alzan monumentos a la vida con sonrisas. ¿Quién quiere ser una silla que cojea? Si no te equilibras, tu mismo estás sobre algo que da tumbos, y después de un tiempo tanto mareo no mola nada.


14/5/14

Viajes en nube

No podré visitarlos todos, pero pienso vivir como si pudiera. Es más, pienso ser cada uno de esos lugares maravillosos que sin saberlo hacen de nuestros cuerpos tan cortamente extensos algo infinito, cósmicamente enorme, maravilloso. Voy a ser cada una de las personas que encuentre, por un momento. Voy a ponerme en la piel de una hormiga (meh), voy a saltar por lo menos una vez como haría un pingüino en aguas gélidas, voy a verme en cada nube y a sentirme un poco en todas partes, sintiendo a la vez todas las partes dentro de mí. Y después me marcharé.

Cuando acabe la aurora boreal no la extrañaré. Cuando se disipen las nubes apocalípticas, no esperaré a que vuelvan. Cuando acabe nuestro eclipse, no voy a sentir dolor. Porque sabré retirarme igual que hace la vida, igual que sabe hacer cada fenómeno cuando simplemente ya han acontecido sus causas. Y mi ego no va a ser más grande que mi naturaleza, por lo que me dejaré partir cuando así lo requieran las cosas.


Quizás el mayor aprendizaje que he podido hacer hoy es que, en realidad, todo va a ocurrir de una manera u otra, y realmente no será tan importante como anticipé.
No voy a volver a despedirme, no sabría que decir.





Se me ocurre, por ejemplo:
soy un enlace bonito!

13/5/14

Bienvenida de nuevo.

Y yo que fui tu proyecto de futuro, tu modelo eidético a seguir, hoy me sorprendo mirándote desde aquí, en mi pequeño cuerpo de arboleda por descubrir, y observando pletórico como tu energía, que almacenada entre mis dedos se hallaba, vuelve de nuevo a recuperar su nombre. Hoy que te observo, pequeña Alba del pasado, y me descubro aprendiendo de ti, me doy cuenta de cuan importante es que seas tú mi ideal, y no yo el tuyo, aunque realmente existan ambas Albas, pretérita y futura, igual de poco.


Tardé en volver, pero bienvenidos sean (casi) todos los reencuentros :)

1/6/13

¿Qué queda?

Suaves, se arrinconan las hojas bajo el árbol
cuando ya nada les queda por ver ahí arriba.
Su razón de ser, el viento.
Su ser y su viento, la sinrazón. 


Quisiera un espíritu imperecedero que nunca se dejara vencer por la pesadumbre. Que no se abandonara bajo el árbol en lugar de encontrar su coraje. Quisiera no tener que rendirme a cambio de un silencio que a menudo aparenta ser mejor que la realidad espinosa.

Por suerte, cuando llega el viento se lleva consigo el querer, la pesadumbre y la hoja. 
Y entonces, ¿qué queda?