Últimamente tengo poco que añadir.
Me basta con dejar hablar a quien tiene algo que decir. Escucho desde lejos, asomada de puntillas en la barandilla, las exhalaciones de la gente, y la calidez de los rostros me abrasa la piel, la marea de pensamientos me contrae de placer, e incluso los movimientos de sus extremidades me distraen de mis propios pensamientos.
Sé que amo en cantidades excesivas al ser humano. Y que mi confianza hacia él es ilimitada. Cuanto más tiempo paso a su lado, más consigue sorprenderme, estremecer mi cuerpo, hacerme cosquillas con sus ilusiones. No quiero perder esta inocencia, sé que en vano sería una vida de desconfianza. ¿Soy débil? ¿Ilusa? ¿Patética? No, sobrevivo. Y con amor.
No todo es como debiera, poco queda puro y lleno de vida, las sombras siempre se muestran presentes como parte de la existencia. Pero es de valientes querer hacer lo más grande posible esa luz que persiste, sonreír a lo que deviene, amarlo todo.
Me dan bastante igual las apariencias que tengan sobre mí. Porque poco tiene que ver conmigo aquello que está fuera y no dentro mío. Y la única manera de abandonar maliciosamente al miedo es aceptando desde la barandilla que pocas cosas habrá como me imagino, pero gracias a ello tendré el poder y la obligación de hacerme un hueco entre ellas y sacarles todo el brillo que potencialmente tengan.
5 comentaris:
Bonito! Ni débiles, ni ilusos, ni patéticos, Humanos...
El ser humano siempre nos sorprenderá, a pesar de todo lo malo que le atribuimos; la verdadera enseñanza reside en comprender cuál es la esencia de cada ser humano para poder jugar con ella hasta la luz del amanecer. ¡Bonito texto!
He intentando comprender cada frase del texto, poniéndome en la piel de quien recita. Me he imaginado en el fondo de una clase, desde fuera, agarrado a la barandilla que separa el pasillo del abismo, observando las actitudes de los demás e intentando entenderlas.
Al mismo tiempo, notaba cómo sentía todas esas sensaciones dentro de mí que de alguna manera estaban dándome forma, mis propias vivencias eran reflejos de mi propia interpretación personal de sus caras, tristezas y miedos. Mis miedos son sus miedos, yo soy pura luz.
Gracias por hacerme sentir así con tus palabras, eres una mujer mágica.
No sabes la de veces que he leído tu anónimo, tratando de empaparme de todo lo que has sentido, tratando de ser pura luz dentro de tu cuerpo.
Gracias por hacerme sentir mágica :)
Y las veces que quedan; ahora brilla el Sol más que nunca, ¿no lo notas?
Gracias a tí!
Publica un comentari a l'entrada