7/5/11

Vuelan.

Volvemos a vernos, muy a mi pesar, o al tuyo.
Hoy quiero recordarte un sueño que tenías de pequeña. Cuando encontrabas una pestaña en tu lagrimal, o en tu pómulo rosado de niña ingénua, o incluso a veces, alguna intrépida cercana a tus labios, te gustaba atraparlas con tus dedos un rato. Observarlas, como un saludo. Y poniéndolas en tu dedo índice, soplarlas lo más fuerte posible, deseando que se fueran a toda prisa.
Soñabas que, si soplabas muy muy fuerte, tus pestañas llegaban al mundo de las pestañitas, y entonces tus sueños se cumplían.
Un dia descubriste que a veces esas pestañitas no se iban del todo, y a veces se quedaban cerca de ti, sin seguir su viaje. Tu soplabas y sopablas hasta que ya no conseguías verlas.
Las siguientes veces, te alejabas del lugar por si, sin querer, alcanzabas a ver alguna, y así creías que habían llegado a su destino.
Siempre ilusa, cediendo a tus pestañas el derecho a decidir qué sueños podían cumplirse y cuales no.
Y creíste que por no mirar, todas llegarían.

Cuantas pestañas se perdieron en el camino, por no saber buscarlas bien y ayudarlas a llegar, ayudarte a ti misma.
En algún momento dejaste que otros encontraran pestañas por ti, y cuando decidieron marchar, perdiste la vista, olvidaste cómo buscarlas de nuevo.

Espero que tu seas mucho más lista que yo, y hayas recuperado esa ilusión, esas ganas de buscar pestañas, y soplar hasta conseguir que todo lo que te propongas se cumpla. La fuerza está en ti, aunque a veces no sepamos verlo, probablemente ninguna de las dos.

Buena suerte, y no dejes que te dejen ciega, tú sabes qué hay dentro de ti, Alba.