Si hace falta, florecerá el odio en mí.
Arañaré mi piel hasta que de debajo salgas tú. Y tus palabras de tinta falsa caerán una a una, letra a letra.
Acabarán por deshacerse resbalando en mis mejillas, y no serán más que un mar negro donde lanzar el tiempo que he perdido esperando respuestas.
Y si no sirve, limpiaré mis ojos de idealizaciones, y los pintaré con verdades para que no queden vacíos.
Dejaré de excusar moratones de disculpas y eternas despedidas a doble cara.
No permitiré que la mala hierba siga impidiendo que mi corazón respire.
Y si hace falta, para todo ello, florecerá el odio en mí.
Hasta que un día no quede más que una mirada indiferente, cuatro ojos que extraños no quieran ladrarse, y ni tan siquiera se deseen, porque vuelvan a ser menos que extraños.
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