A veces, veo como un texto sin dirección y poco preciso es el pretexto que me ayuda a darme cuenta en los grandes momentos de qué cojones me pasa.
Hoy veo como muchos de los pilares que sustentaban mi templo han caído, y me han dejado sola en mi opistodomus en ruinas. No ceso de ver columnas y volutas rotas por todas partes, y siento algo por dentro, algo semejante a la tristeza pero bañado en culpa y muchas preguntas.
-¡Si yo no moví ni un dedo! ¡Esto es injusto!
Veo todo el mármol roto en el suelo, y veo como algunas piezas se mantienen firmes a pesar del golpe... Entonces comprendo que la mayoría de esas columnas se hubieran hecho trizas con un simple soplido, y otras, por muchos golpes que se den, se mantendrán firmes hasta que les llegue la hora.
Empiezo a plantearme vivir sin cubierta... no se está tan mal. Y aún sintiéndome triste, y un poco más sola, creo que no me costará tanto acostumbrarme como otras veces. Poco a poco voy aprendiendo a no necesitar absolutamente nada para vivir en estas tierras, para sentirme conectada a ellas. Veo hilos blancos que desaparecen, y lo peor, hilos multicolor que se tensan y amenazan con romperse.
-Yo no hice nada, no tengo la culpa!- no dejo de repetir.
Pero supongo que el crecimiento es algo individual, y si mi camino giró hacia la izquierda, o si incluso empecé a volar, no puedo permitir que los hilos ni el recuerdo de mis antiguas columnas me impida continuar. Quien me quiera bien dejará un poco más de hilo... y quien no, se hará trizas en mi mundo y desaparecerá por si mismo. Como dije, yo no moví ni un dedo.
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