No hay peor esclavo que el que se cree libre.
Y darte cuenta de que tu propia libertad dependía de sentirte arropada falsamente, siendo consciente de la falsedad pero no de la esclavitud, es de las cosas más tristes que pueden ocurrirte.
La esperanza que queda al abrir los ojos es todo el camino por recorrer para sentir esa plenitud con una misma, y nada más.
Era tan fácil teorizar sin creerlo del todo, que cuando te hayas frente al cuadro de tu propia vida ya no hay palabrejas que valgan.
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