Viajeros sin equipaje buscando sueños.

Hoy me han despertado mil rayos de Sol.

Han iluminado mis cortinas naranjas, como si de pronto fueran hilos endebles y fáciles de traspasar. Han recorrido todos los rincones de mi habitación, buscando cualquier atisbo de tristeza. Han bailado con las espirales de incienso y jugado con las cuerdas de mis dos guitarras, y han querido soñar entre páginas de benditas locuras. Acariciando las hojas del lucky bambú que da vida a mi vida y crece junto a mí, han sido conscientes de mi presencia, y han lamido mi alma hasta despertarme.

Mi cuerpo poco a poco ha conseguido dejarse llevar, y el calor de esos mil rayos me ha transportado hasta el suelo de madera. Mis pies desnudos y algo tímidos han notado el cosquilleo en el contacto, pero no ha sido difícil hacerles soñar y sin ninguna prisa pasear por las paredes, subirme al armario y lanzarme al cojín que la luz forma si tu quieres.

Por la ventana, algunos viajeros sin equipaje van buscando sueños. Me encantaría que cada uno de vosotros encontrara su refugio y lo vistiera de los colores de su alma. Quisiera poder abrazar toda la tristeza del mundo y recorrer con esa luz cualquier atisbo de desarraigo, para hacer posible un nuevo lío de hilos de colores dentro de cada uno de vosotros.

Pues aunque hace tiempo que aprendí que no es posible cambiar el mundo desde una sola esfera, las palmas de mis manos siempre estarán abiertas a cualquier sonrisa que se presente.

No quiero salvar a nadie, ni pretendo hacer creer que el mundo es un lugar maravilloso, puesto que el odio forma parte de nosotros y eso es innegable. Pero creo que todos merecemos encontrar nuestra escalera y entender que podemos subirla. Y sin dejar atrás todo el lastre que nos ata es imposible llegar a verla.

Hoy es un día enorme, y puede acontecer el principio de cualquiera de nosotros.