5/1/12

Ya no quedan anónimos en mi puerta.

¿Qué ocurre?
Necesito algún tipo de cambio, supongo. Un retorno, un billete de vuelta, una hélice o una mano que me saque a bailar. Me siento algo seria y llena de polvo, tengo ganas de despertar y sacar de mí todas las sonrisas que tengo guardadas para el universo.

¿Me ayudas? Puede que te necesite. Aunque no sepas quien eres, eso no importaría en el lugar donde iríamos. Solo importa que haya luz, para mirarte las manos, y fiarme un poquito menos de ti. Para ver las grietas de tu mundo, y que te sientas desnudo, con tus imperfecciones a la vista. Pero quién sería yo para juzgar, si apenas pretendo esconder mis lágrimas eternas. Me hace feliz ser mortal, en una pequeña parte. Pero como toda mortal, acabo por necesitarte.

Si aceptas, puede que juguemos, a juntar estrellas o deshacer rascacielos con la yema de los dedos. El mundo puede quedarse pequeño a nuestro alrededor. Y yo sólo busco una cosa, una sola, que tan sólo tú sabrías darme, puesto que no hay nadie más en este mundo, además de ti y de mí.

Sorpréndeme, estaré paseando de mientras. Entre amapolas o ritmos, o hierbas o silencios. Y si no, inevitablemente nos veremos, fieles a las no-casualidades.